Positivismo y nación

positivismoynacionargentinaOscar Terán, Positivismo y Nación en la Argentina, ed. Puntosur, Buenos Aires, 1987.

204 págs.

«Como en otros países latinoamericanos, tambien en la Argentina la ideología positivista desempeñó un considerable papel hegemónico, tanto por su capacidad para plantear una interpretación verosímil de estas realidades nacionales cuanto por articularse con instituciones que -como las educativas, jurídicas, sanitarias o militares- tramaron un sólido tejido de prácticas sociales en el momento de la consolidación del Estado y de la nación a fines del siglo XIX y comienzos del XX. De hecho, la incorporación más plena al mercado mundial y las tareas de homogeneizar las estructuras sociales para tornar gobernables a países provenientes del período de enfrentamiento entre civiles posindependentistas coincidieron con una etapa de centralización estatal y con la penetración y difusión de la filosofía positivista.»

Con una selección de textos de J. M. Ramos Mejía, A. Alvarez, C. O. Bunge y J. Ingenieros.

Filosofía y nación

filosofiaynacionJosé Pablo Feinmann, Filosofía y Nación. Estudios sobre el pensamiento argentino, ed. Ariel, Buenos Aires, 1996.

320 págs.

«Filosofía y Nación» reúne siete estudios que debaten las líneas fundamentales del desarrollo cultural argentino durante el siglo pasado y analizan críticamente los principales hitos que apuntalan e impulsan la formación del pensamiento nacional: «La razón historicista y la generación romántica», «La filosofía de Alberdi», «El pensamiento del imperio», «Racionalidad e irracionalidad en Facundo», «El pensamiento del interior mediterráneo» y «El pensamiento de la Confederación Argentina». Ni la minuciosa exégesis bibliográfica ni el solo planteo global de José Pablo Feinmann dan cuenta plenamente de la enorme relevancia de este trabajo, que asume el rigor metodológico a la vez que reivindica la visión histórica totalizante, siempre a partir de un examen detallado de las fuentes. Con ello, Filosofía y Nación continúa y renueva la no muy extensa tradición de grandes investigaciones sobre el pensamiento que han enaltecido figuras como Alejandro Korn, Coriolano Alberini y Tulio Halperin Donghi.

Las multitudes argentinas

multitudesargentinasJosé Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1977.

236 págs.

Ramos Mejía(1849-1914) es uno de los primeros promotores de la aplicación del discurso positivista al análisis de una problemática nacional.

De profesión médico, creador de la Asistencia Pública, del departamento de Higiene y de la cátedra de Neuropatología, y del Círculo Médico Argentino. También como intelectual va a estar al frente del Consejo Nacional de Educación. Toda una curva vital e intelectual, pues, donde se percibe uno de los puntos precisos de constitución y penetración del discurso positivista en la cultura argentina, ya que no ha de resultar anecdótico que sea a partir de la disciplina médica como se organiza una interpretación de los social únicamente posible por la simultánea concepción de la sociedad como un organismo y de la crisis como una enfermedad, todo ello acompañado por una fuerte presión de la fracción médica dentro del campo intelectual por capturar el derecho habilitante para emitir mensajes vinculados con la política.

El puesto de Ramos Mejía en el Consejo Nacional de Educación es central en un momento en que la “la laicización de la modernidad descorporiza el poder”, y demanda una “sacralización de las instituciones”.
Desde ese espacio educativo, se organiza una liturgia patria, que baja a las escuelas para que ellas se celebre un culto a la patria abstracto con el fin de incorporar y argentinizar a los hijos de inmigrantes.

El problema de la multitud aparece en su pensamiento a partir de 1899 cuando escribe Las multitudes argentinas. Allí aparece este tema directamente vinculado al problema de la gobernabilidad, como también aparece una fuerte influencia de Le Bon y su texto Psicología de las multitudes.
El sociólogo francés expresa su inquietud precisamente por la presencia de las multitudes que ponen en peligro la gobernabilidad de la sociedad. Todo esto en el marco de la crisis del liberalismo clásico, donde el individuo libre, autónomo, consciente del mundo y de él mismo, es sustituido por el hombre-masa. En este la personalidad se aliena cargándose de espontaneidad y violencia pero también del heroísmo de los seres primitivos.

Le Bon servirá a Ramos Mejía entonces de inspiración en la elaboración de la obra antes mencionada, pero su mirada se centra en el papel de las masas en la historia nacional. Y aquí la visión que este positivista tiene de la sociedad argentina, es pensada desde un modelo organicista.

La constitución del objeto multitudinario desde matrices biologicistas definirán la presencia de las masas en la historia como una fuerza fenomenal vaciada de inteligencia y raciocinio. En vez de la Razón, las muchedumbres están motorizadas por puro instinto que las aproxima inexorablemente a la animalidad.

Por tanto -como dice Terán- Ramos Mejía a diferencia de Le Bon descree de la tesis de que el hombre puede ingresar en estado de multitud y allí alienar sus potencias racionales, dado que la materia prima de las masas está constituida por elementos anónimos e históricamente el hombre de las multitudes argentinas ha sido el individuo humilde de inteligencia vaga y sistema nervioso relativamente rudimentario y escasamente educado que percibe sentimentalmente y piensa con el corazón y a veces con el estómago.

Al observar las pulsiones básicas de esa ciega muchedumbre, Ramos Mejía recurre al pasado argentino. Allí encuentra una clave en las multitudes rurales, que le aportan algunos elementos para analizar la presencia en la argentina de fines de siglo XIX de las multitudes urbanas aluvionales.

Otro elemento central que trabaja el autor en Las multitudes argentinas, es la conexión entre la multitud urbana aluvional y el tema de la ciudadanía. Este tema se relaciona a su vez con el desafío inmigratorio. Para Ramos Mejía, los extranjeros constituyen un aporte complejo pero imprescindible para la constitución de la nación moderna.

Su interés por solucionar todos estos problemas que atraviesa la sociedad argentina, está orientado a la nacionalización de las masas ?mas precisamente hacia los hijos de inmigrantes- donde el Estado a través de la educación primaria, debe consumar este proceso de argentinización.

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